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  • Foto del escritorBerta

Un sueco y un camión de butano

RELATO



“A ver señoría, se lo he dicho un millón de veces: QUE NO ME ACUERDO”. Me río, pero a nadie más le parece divertido, seré inmaduro. Resoplos de desespero inhundan la sala, llevamos una hora de juicio y seguimos sin nada. A mi me da igual, porque yo estoy aquí por obligación. Bueno, supongo que todos, pero quiero decir, que yo no es que tenga responsabilidades ni nada, es que me toca. Lo cual es una responsabilidad, sí, pero no de las de hijos y estas cosas. Eso sí es gordo.


Bueno el caso es que, yo que queréis que os diga, que tampoco me parece un drama. Este hombre se lo pasó mejor de lo que nos lo hemos pasado toda la sala junta en nuestra vida. Y evidentemente, pues no se acuerda de nada. Y si se acordara, pues no lo contaría. Yo creo que forma parte de su intimidad, ¿no? Además, a ver quién se atreve a explicarles qué es una noche loca a todos estos vejestorios, si es que los suecos no son tontos, se han pasado la vida montando armarios EXPEDIT.


Pero yo sí lo puedo explicar, y no hay que tener muchas luces para esto. El caso es que a este hombre y a su buen amigo sueco les dio por probar la juerga en Barcelona. Y si tu eres sueco, pues ves a Barcelona bien, grande, ¿no? Y para poder verla toda en un día, que es medio, porque es una noche, pues no te da tiempo ¿no? Te faltará energía, digo yo, y horas, y dinero. O, eres un prodigio, y decides juntar todas las noches en una. Así, sin más.

Al tema, según mis referencias el dúo dinamita se juntó a las diez de la noche, se bajaron unas copas tontas, y entre wiskey y wiskey, unos fuman tabaco y otros esnifan unas rayas de coca. El tío había sido traficante, de los que les pillan, sí, pero uno no olvida estas cosas en la cárcel. Así que no les fue díficil tirar de contactos y conseguir una buena cantidad, ni difícil les fue pagarla. Y de bar en bar fueron tomando, empalmando copas y calentando motores, y encendiendo a camareros. Que les fueron echando de cada local. Hasta que de calentar, calentar, ya estaban muy arriba. Y claro, las chicas, de el típico borracho, por guapo que sea, se apartan. Y eso que son ricos, pero muy a su decepción tampoco sirve, ni en España. Así que nada, querían más. Y se fueron a un puticlub, o a varios. No, no lo defiendo. Pero yo que sé, si existen es por algo. Y por ese algo fueron. Y el fuego surgió, bastante surgío, sí. Y eh ahí el kid de la questión. Su amigo loco, pero no tanto, se encandiló de una de las prostitutas. Le gustó, se la llevó a su hotel. Pero nuestro sueco número 1 estaba demasiado arriba para jugarla toda a una. Barcelona es grande y él es un explorador nato. Así que se fue, y a falta de amigos, invitó a todos a una ronda, que fueron 5. Creyéndose el el rey fue conquistando bares y ganando batallitas, hasta que el mar le llamó. Será romántico, quería ver la salida del sol y demás. Y si algo sé, es que si a un sueco se le mete una idea en la cabeza, la consigue. Así se fue el hombre, que ya no era muy persona, a tocar el mar. Y diréis que no lo logró, que lo del camión de butano le complicó su cruzada. Pero no es así. ¿Qué os he dicho de los suecos? Pues eso. Que se fue andando, a un buen ritmo, a tocar el agua. Llegó a la playa, se hizo una cervecita de esas de un euro acompañado de un chico local, y le dio por volverse a su hotel. Y de ahí lo de el butano, los tiros, y todo este follón. Pero claro, ahora el pobre sueco no se acuerda de nada.


Y si os preguntáis por qué un simple policía en prácticas sabe todo esto, os diré que me podéis encontrar cada domingo pasando la resaca con una cervecita y los pies en el mar.

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